Por Jorge V. Fornés
Pintora y Ceramista. Nace en Yaguajay, provincia de Las Villas, Cuba.
Desde 1916 ingresa en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, donde permanece hasta 1927, centro en el cual recibe la influencia de la corriente academista que allí imperaba, en especial del importante pintor Leopoldo Romañach, que fue su profesor de colorido.
En 1924 ingresa en The Art Students´League de New York y en 1927 viaja a Paris. Asiste a los cursos libres Grande Chaummiere, a la escuela superior de Bellas Artes y a la escuela del Louvre.
Una exposición de las Galerías Zak de Paris la da a conocer y la crítica francesa le hace comentarios elogiosos.
Regresa a Cuba en 1934, se radica en el barrio habanero de la Víbora donde se consagra por entero a su arte, especialmente por el tema de sus obras ¨la naturaleza muerta¨.
En 1950 comienza a realizar obras en cerámica. Realiza varios murales en edificios públicos, entre ellos los de cerámica en el Hotel Habana Hilton (Habana Libre), la escuela José Miguel Gómez en la Habana, la escuela Normal de Santa Clara y el mural para el Caney en la provincia de Oriente.
En el mundo de Amelia Peláez, los motivos y elementos de sus obras son utilizados como instrumentos para su especial transformación, al igual que la utilización del color que producirá un efecto visual de contraste por el uso del lineado de las formas en color negro.
Siempre en sus obras usará los colores primarios y sobre todo el uso del violeta o del verde, como en la obra “El pescado del ojo verde”, de 1964. Es característico de Amelia utilizar motivos y elementos ya plasmados en sus obras, pero siempre con un detalle diferente que los renueva como sucede con los motivos marinos de peces.
Su obra artística quedará para las futuras generaciones como un ejemplo de creatividad, dominio de la forma y del color, siempre con el sello inconfundible del arte latino.