By Dr. Martin Aróstegui

Mercury is a naturally occurring element that poses a significant health risk when consumed in large quantities, particularly in the form of methylmercury, a toxic compound found in fish. In South Florida, the issue of mercury contamination in saltwater fish is especially concerning due to bioaccumulation, a process by which mercury concentrates in the tissues of larger predatory fish as they consume smaller fish that have also absorbed mercury. Understanding which fish are most affected and how to minimize exposure is crucial for public health, particularly for vulnerable groups such as pregnant women, nursing mothers, and young children.

In South Florida, fish such as swordfish, sharks, king mackerel, blackfin tuna, tilefish, and marlin are among the species with the highest mercury levels. These species are at the top of the food chain and have the longest lifespans, giving them ample time to accumulate mercury in their tissues. When humans consume these fish, the mercury enters their bodies, where it can cause neurological and developmental damage, especially in unborn and young children. Even in adults, long-term exposure to mercury can lead to cognitive decline, cardiovascular problems, and other health issues.

Given the risks, it is recommended that individuals limit or entirely avoid consuming these high-mercury species. Pregnant women and children, in particular, should eliminate these fish from their diets due to their heightened sensitivity to mercury’s effects. Instead, they can choose fish with lower mercury levels, such as snapper, sardines, or salmon, which provide essential nutrients like omega-3 fatty acids without the same level of risk.

Additionally, avoiding larger fish in general is a good practice, as size and age are strong indicators of mercury content. Monitoring portion sizes and frequency of consumption can also reduce the risk of mercury exposure. For those who enjoy seafood regularly, consulting local advisories or guidelines provided by the U.S. Environmental Protection Agency (EPA) or the Food and Drug Administration (FDA) can help make informed choices.

In conclusion, while fish are a valuable source of nutrition, understanding the risks associated with mercury is vital for safe consumption. In South Florida, staying informed about which species are high in mercury and making safer dietary choices can help protect the health of individuals and families, ensuring the benefits of seafood without unnecessary risks.

 Advertencia sobre mercurio para peces de agua salada en el sur de Florida

Por el Dr. Martin Aróstegui

El mercurio es un elemento natural que supone un riesgo importante para la salud cuando se consume en grandes cantidades, en particular en forma de metilmercurio, un compuesto tóxico que se encuentra en el pescado. En el sur de Florida, el problema de la contaminación por mercurio en los peces de agua salada es especialmente preocupante debido a la bioacumulación, un proceso por el cual el mercurio se concentra en los tejidos de los peces depredadores más grandes cuando consumen peces más pequeños que también han absorbido mercurio. Entender qué peces son los más afectados y cómo minimizar la exposición es crucial para la salud pública, en particular para los grupos vulnerables como las mujeres embarazadas, las madres lactantes y los niños pequeños.

En el sur de Florida, los peces como el pez espada, los tiburones, la caballa real, el atún de aleta negra, el serrucho y el marlín se encuentran entre las especies con los niveles más altos de mercurio. Estas especies se encuentran en la cima de la cadena alimentaria y tienen la esperanza de vida más larga, lo que les da tiempo suficiente para acumular mercurio en sus tejidos. Cuando los seres humanos consumen estos pescados, el mercurio entra en sus cuerpos, donde puede causar daños neurológicos y de desarrollo, especialmente en fetos y niños pequeños. Incluso en adultos, la exposición prolongada al mercurio puede provocar deterioro cognitivo, problemas cardiovasculares y otros problemas de salud.

Dados los riesgos, se recomienda que las personas limiten o eviten por completo el consumo de estas especies con alto contenido de mercurio. Las mujeres embarazadas y los niños, en particular, deben eliminar estos pescados de sus dietas debido a su mayor sensibilidad a los efectos del mercurio. En su lugar, pueden elegir pescados con niveles más bajos de mercurio, como el pargo, las sardinas o el salmón, que proporcionan nutrientes esenciales como los ácidos grasos omega-3 sin el mismo nivel de riesgo.

Además, evitar los pescados más grandes en general es una buena práctica, ya que el tamaño y la edad son fuertes indicadores del contenido de mercurio. Controlar el tamaño de las porciones y la frecuencia de consumo también puede reducir el riesgo de exposición al mercurio. Para quienes disfrutan de los mariscos con regularidad, consultar los avisos o pautas locales proporcionados por la Agencia de Protección Ambiental de los EE. UU. (EPA) o la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) puede ayudar a tomar decisiones bien informadas.

En conclusión, si bien el pescado es una valiosa fuente de nutrición, comprender los riesgos asociados con el mercurio es vital para un consumo seguro. En el sur de Florida, mantenerse informado sobre qué especies tienen un alto contenido de mercurio y tomar decisiones alimentarias más seguras puede ayudar a proteger la salud de las personas y las familias, asegurando los beneficios de los mariscos sin riesgos innecesarios.