By Dr. Martin Aróstegui

The Everglades, known for its rich biodiversity and unique ecosystem, attracts anglers year-round. For many, fishing in the Everglades is a tradition that goes back generations, especially in the spring when low water levels push fish into the nearby canals. These canals become popular fishing spots, as they are teeming with species that escape the drying sawgrass areas. However, a concerning health risk often goes unnoticed: the consumption of Everglades fish, which may contain dangerously high levels of mercury.

As someone who has fished in the Everglades for many years, I have seen firsthand how widespread this practice is. Every spring, I watch as fishermen take home coolers full of fish, oblivious to the risks associated with eating them. What many people don’t realize is that these fish, especially predatory species like largemouth bass, are often contaminated with mercury, a toxic metal that can accumulate in our bodies over time. The health consequences of mercury poisoning are severe and can affect anyone who consumes contaminated fish, but the most vulnerable populations are pregnant women, young children, and those who consume large quantities of fish regularly.

Mercury, when ingested over time, can lead to a range of serious health issues. The primary concern is neurotoxicity, which affects the brain and nervous system. Symptoms can include numbness in the extremities, tremors, memory loss, and even seizures. In the most extreme cases, mercury poisoning can result in death. Unfortunately, the effects of mercury poisoning are often slow to develop, which means that many people may not realize they’re being harmed until significant damage has already been done.

Health advisories are clear: largemouth bass from the Everglades should not be eaten at all due to their high mercury content. Other fish from the area should be consumed no more than once a month. Yet, despite these guidelines, many anglers are unaware of the risks. I regularly see people taking home fish to feed their families without any idea that they may be exposing themselves and their loved ones to dangerous levels of mercury.

What makes the situation even more alarming is the presence of out-of-state fishermen, who come to South Florida with freezers in their trucks. These anglers, attracted by the lack of bag limits on non-native species, catch hundreds of exotic fish and take them home to eat, unaware of the potential health hazards.

There is an urgent need for more education and awareness surrounding this issue. Signs and advisories about the dangers of consuming Everglades fish should be more prominent at popular fishing spots. Currently, there are not enough visible warnings to inform fishermen about the risks they face. More outreach efforts are needed to ensure that people understand the dangers of mercury and how it accumulates in the fish they catch.

While the Everglades remains a treasured spot for anglers, it’s crucial that we take steps to protect our health. Mercury contamination is not a risk to be taken lightly, and more needs to be done to ensure that the fish we enjoy catching don’t end up harming us or our families. By raising awareness and advocating for better signage and education, we can help safeguard future generations from the hidden dangers lurking in the waters of the Everglades.

Comer pescado de los Everglades puede ser peligroso para la salud

Por el Dr. Martin Aróstegui

 Los Everglades, conocidos por su rica biodiversidad y su ecosistema único, atraen a pescadores durante todo el año. Para muchos, pescar en los Everglades es una tradición que se remonta a generaciones, especialmente en primavera, cuando los niveles bajos de agua empujan a los peces hacia los canales cercanos. Estos canales se convierten en lugares de pesca populares, ya que están repletos de especies que escapan de las áreas secas. Sin embargo, a menudo pasa desapercibido un riesgo para la salud preocupante: el consumo de pescado de los Everglades, que puede contener niveles peligrosamente altos de mercurio.

Como alguien que ha pescado en los Everglades durante muchos años, he visto de primera mano lo extendida que está esta práctica. Cada primavera, veo cómo los pescadores se llevan a casa hieleras llenas de pescado, ajenos a los riesgos asociados con su consumo. Lo que mucha gente no sabe es que estos peces, especialmente las especies depredadoras como la lubina negra, a menudo están contaminados con mercurio, un metal tóxico que puede acumularse en nuestros cuerpos con el tiempo. Las consecuencias para la salud del envenenamiento por mercurio son graves y pueden afectar a cualquiera que consuma pescado contaminado, pero las poblaciones más vulnerables son las mujeres embarazadas, los niños pequeños y quienes consumen grandes cantidades de pescado con regularidad.

El mercurio, cuando se ingiere a lo largo del tiempo, puede provocar una serie de problemas de salud graves. La principal preocupación es la neurotoxicidad, que afecta al cerebro y al sistema nervioso. Los síntomas pueden incluir entumecimiento en las extremidades, temblores, pérdida de memoria e incluso convulsiones. En los casos más extremos, el envenenamiento por mercurio puede provocar la muerte. Desafortunadamente, los efectos del envenenamiento por mercurio suelen desarrollarse lentamente, lo que significa que muchas personas pueden no darse cuenta de que están sufriendo daños hasta que ya se han producido daños importantes.

Las advertencias sanitarias son claras: la lubina negra de los Everglades no se debe comer en absoluto debido a su alto contenido de mercurio. Otros pescados de la zona no se deben consumir más de una vez al mes. Sin embargo, a pesar de estas pautas, muchos pescadores desconocen los riesgos. Con frecuencia veo personas que se llevan pescado a casa para alimentar a sus familias sin tener idea de que pueden estar exponiéndose a sí mismos y a sus seres queridos a niveles peligrosos de mercurio.

Lo que hace que la situación sea aún más alarmante es la presencia de pescadores de otros estados, que llegan al sur de Florida con congeladores en sus camiones. Estos pescadores, atraídos por la falta de límites de captura de especies no autóctonas, capturan cientos de peces exóticos y se los llevan a casa para comer, sin saber los posibles riesgos para la salud.

Existe una necesidad urgente de más educación y concienciación en torno a este tema. Los carteles y avisos sobre los peligros de consumir pescado de los Everglades deberían ser más visibles en los lugares de pesca más populares. Actualmente, no hay suficientes advertencias visibles para informar a los pescadores sobre los riesgos que enfrentan. Se necesitan más esfuerzos de divulgación para garantizar que las personas comprendan los peligros del mercurio y cómo se acumula en los peces que capturan.

Si bien los Everglades siguen siendo un lugar preciado para los pescadores, es fundamental que tomemos medidas para proteger nuestra salud. La contaminación por mercurio no es un riesgo que se pueda tomar a la ligera, y se debe hacer más para garantizar que los peces que disfrutamos capturando no terminen dañándonos a nosotros o a nuestras familias. Al generar conciencia y abogar por una mejor señalización y educación, podemos ayudar a proteger a las generaciones futuras de los peligros ocultos que acechan en las aguas de los Everglades.